miércoles, 9 de octubre de 2013

Póster promocional 'El Efecto Mariposa'
Me acerqué a “El Efecto Mariposa” con grandes expectativas. Un título tan trascendental, profundo, que esconde una teoría científica, me parecía algo demasiado atractivo como para acercarme al film sin pensar al menos en qué me podía encontrar. Así que en cierto modo de por sí ya se encontraba con el reto de sorprenderme, de superar el limbo que yo ya le había impuesto. Lo que ocurre en este tipo de casos suele ser dos cosas: o la película no supera tus expectativas y te decepciona, o las supera y se convierte en una de las películas de tu vida. Podemos decir que lo que ocurrió en este caso con “El Efecto Mariposa” no fue ni una cosa ni la otra. Más bien, y sin ser algo negativo, abrió una nueva veda en la que la película te sorprende y acabas con buen sabor de boca al ver que, aunque no haya cumplido tus expectativas, te ha ofrecido algo que no esperabas, y que es bueno.


La película comienza con la impresión de que transcurre de forma un poco lenta. Aun así, ofrece una narración acorde con la historia y presentada de forma clara. Los bloqueos de Evan, el protagonista, que sufre pérdidas de memoria, se muestran en la forma en la que presenciamos los hechos, algo que nos ayuda a adentrarnos en la perspectiva del chico y a absorber con más atención todo lo que se nos muestra. Una vez pasado el primer punto de giro, cuando por fin vemos a Ashton Kutcher, la historia adquiere otra dinámica. Ahora somos capaces de ver la vida de Evan a través de las consecuencias de los hechos de su infancia. Vemos en lo que se ha convertido, a lo que aspira, y de igual modo el lugar que ocupan en esta vida sus tres acompañantes de infancia, Tommy, Kayleigh y Lenny, a través de los distintos cambios que Evan va realizando en su pasado mediante los viajes que hace al leer sus diarios. Esta segunda parte nos sirve para ver la fragilidad en los hechos que a nosotros, que sólo tenemos una vida, nos parecen cerrados e inamovibles, todos esos hechos en la vida que creemos que han tenido la única salida que podían tener. La historia aquí expresa su tesis y es que cualquier mínima acción o hecho, por insignificante que pueda parecer en principio, puede desencadenar una serie de acciones y virar el curso de los acontecimientos en una dirección o en otra.

Ashton Kutcher, en un perfecto
papel neurótico.
Una vez pasado el segundo punto de giro, y acercándonos al final de la historia, la película adquiere un cariz distinto y se convierte en un cúmulo de problemas y de entresijos que hacen al espectador dar, desde mi punto de vista, más vueltas de las que deberíamos dar con una historia como ésta. Digamos que en este punto de la película la historia se complica hasta términos a los que no tiene que llegar para explicar lo mismo. Aun así, esto consigue mantenerte despierto, ejercitar la conciencia para intentar buscar una explicación y adelantarte a la historia, pero esto último no te deja que lo hagas. Una experiencia muy positiva, en mi opinión. Finalmente, al revelarse el final, sufrimos una epifanía que nos hace atravesar toda la historia para extraer lo verdaderamente importante de ésta, el verdadero mensaje de todo el ejercicio cinematográfico.

Podríamos decir que “El Efecto Mariposa” es una película que sólo hasta el momento final, hasta que no termina la última secuencia y empiezas a ver los créditos no comprendes el verdadero sentido de ésta, no te paras a pensar en el mensaje, que es un mensaje fuerte, directo y perfectamente declarado a través de la pieza: nunca sabremos si lo que hacemos verdaderamente es lo correcto. Sin embargo, creo que además es un ejercicio de transmisión de ideas limpio y efectivo, un ejemplo a seguir por todos los creadores del mundillo.

En conclusión, “El Efecto Mariposa” es un buen ejemplo del ejercicio cinematográfico, con una idea muy clara eficazmente expresada en el desarrollo de la historia y un mensaje revelado de forma concisa y perfectamente extraíble tras la experiencia.  

Nota: 8/10 (Notable)

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